miércoles, 9 de octubre de 2013

MAXIMILIANO

EL IMPERIO DE MAXIMILIANO
 
 
 
 
 
 
ELABORA UN ESQUEMA DE RESUMEN COMO LOS QUE HAS REALIZADO EN LAS CLASES ANTERIORES
 
 
PREGUNTAS DE INICIO DE SESIÓN:

¿Cómo puede justificarse la aspiración del grupo conservador mexicano a delegar la dirección del país a un país imperialista europeo?

 

¿Cómo impactó la inestabilidad política de este período a la vida económica y social del pueblo mexicano?

 

¿Qué características liberales tuvo la monarquía de Maximiliano de Habsburgo?

 

¿Qué posición política mantuvo la Iglesia Católica en la monarquía de Maximiliano de Habsburgo?

 

Maximiliano nació en 1832 en el Palacio de Shoenbrün (cerca de Viena). Hijo de los Archiduques Francisco Carlos y Sofía, y hermano de Francisco José, Emperador de Austria-Hungría, estudió la carrera naval, ya terminada su carrera realizó numerosos viajes por el mediterráneo; exploró el norte de África y la costa de Brasil.

Se casó con Carlota, la hija del rey Leopoldo de Bélgica, y su hermano Francisco Fernando lo nombró gobernador del reino Lombardo-Véneto.
Las ambiciones imperialistas de Napoleón III, emperador de Francia, lo llevaron a intervenir en la política de México.

En México acababa de terminar la Guerra de Reforma o Guerra de los Tres años, durante la cual se enfrentaron dos fuerzas políticas de México: los liberales que estaban a favor de la legalidad de la Constitución hecha en 1857 y los conservadores en contra de la Constitución; en esta guerra resultó vencedor el ejército liberal poniendo como presidente de la República a Benito Juárez. Juárez al mando suprimió el pago de la deuda externa a Inglaterra, Francia y España; estos países mandaron a sus ejércitos a ver si conseguían el pago de la deuda aunque fuese a la fuerza, pero los ingleses y españoles partieron de México sin obtener nada, en cambio los franceses se quedaron a luchar ya que Napoleón III tenía planes de expandir el Imperio Francés; así el ejercito francés apoyado por los conservadores protagonizó una serie de batallas en contra de los liberales.

Luego los conservadores fueron a Francia e hicieron tratos con Napoleón ofreciéndole el trono de México, este decide mandar a Maximiliano a ocupar el trono en México y formar el Imperio Mexicano, así en su castillo de Miramar (frente al Mar Adriático) aceptó el ofrecimiento creyendo que contaba con el apoyo del pueblo, para esto tuvo que renunciar a la corona de Austria y firmar los tratados de Miramar con Napoleón III en los cuales éste se comprometía a mantener las tropas francesas en territorio mexicano durante 6 años. Para esto México pagaría setenta millones por concepto de gastos de guerra y además un préstamo de más de setenta y seis millones con un rédito anual del tres por ciento. 

 



MAXIMILIANO DE MÉXICO
(1832-1867)

Destinado, a instancias suyas, a la marina, conoce Grecia, Tierra Santa, Egipto, Italia y Francia, viajes realizados, se dijo, para olvidarse del profundo pesar que le causó la muerte de la princesa María Amalia de Portugal, con quien tuvo, desde 1852, su primer noviazgo. Contraalmirante y comandante en jefe de la flota imperial en 1854, presenta al emperador sus proyectos para organizarla.

 

Francisco-José le envía en 1856 a París para que le informe de los planes en la política internacional de Napoleón III. Pasa a Bruselas y conoce a la princesa Carlota –hija del rey Leopoldo I de Bélgica–, con quien contrae nupcias el 27 de julio de 1857. Ese mismo año es designado gobernador de las provincias lombardo-venecianas. Antes de su casamiento visita Londres invitado por la reina Victoria y se gana las voluntades de la familia real inglesa. Sus funciones de virrey en Milán son arduas después de las represalias de Austria al vencer en 1848 los levantamientos de la Italia del norte, y su política, un tanto liberal, es censurada en la Corte de Viena, que le hace a un lado al estallar la guerra del Piamonte, y se le confirma al mando nominal de la escuadra del mar Adriático.

 

Se retira a la vida privada en 1859 y, dejando a Carlota en Funchal (Isla de Madeira), emprende un viaje a Brasil. A su regreso se instalan en el castillo de Miramar. Mientras, los acontecimientos de la última fase de la Guerra de Reforma rebasan las fronteras de México y suscitan una cuestión internacional. Francia, España e Inglaterra, apoyándose en la suspensión de pago de deudas decretadas por el gobierno de Benito Juárez, llevan a cabo la Intervención tripartita.

 

Retiradas de las costas mexicanas las dos últimas potencias, queda Francia y principia la llamada Intervención francesa, empresa proyectada y materializada por la propia voluntad de Napoleón III, quien se aviene, al mismo tiempo, a escuchar a los monárquicos mexicanos que buscan en Europa a un candidato al trono de México. Entre los más destacados figuran José Ma. Gutiérrez Estrada y José Hidalgo y Esnaurrízar, cuyo valimiento con la emperatriz Eugenia será factor decisivo.

 

Después de varios fracasos, Gutiérrez Estrada se fija en el Archiduque Fernando Maximiliano, más tarde este candidato es aceptado tácticamente por Napoleón III. En octubre de 1861 el conde de Rechberg, ministro de Relaciones Exteriores de Austria, va a Miramar con la misión de explorar el ánimo de Maximiliano.

 

El 10 de julio de 1863, un mes después de que el ejército francés había ocupado la Ciudad de México, una Junta de Notables declaró que la nación mexicana adoptaba la forma monárquica. El 11 de julio dicha asamblea cambió su nombre por el de Regencia del Imperio, nombrando una comisión para llevar el decreto a Miramar y ofrecer a Maximiliano la Corona de México.

 

Esta comisión fue recibida oficialmente por el archiduque en Miramar el 3 de octubre de 1863. Al discurso de Gutiérrez Estrada Maximiliano volvió a poner como condición, para aceptar definitivamente la corona, que toda la nación, expresando libremente su voluntad, quisiera ratificar el voto de la capital. Llevado a cabo un remedo de plebiscito, cuya documentación fue enviada a la diputación mexicana en Trieste, ésta fue recibida en Miramar el 9 de abril de 1864 y el 10 aceptó Maximiliano ante ella la Corona Imperial de México.

 

Antes de su aceptación, Maximiliano firmó los Tratados de Miramar, y el pacto de familia por el cual renunciaba a sus derechos eventuales a la Corona de Austria. En la fragata austriaca Novara se embarcaron los emperadores en Miramar el 14 de abril de 1864. Hicieron escala en Civita-Vecchia dirigiéndose a Roma, en donde fueron recibidos por Pío IX, con el cual se trató, superficialmente, acerca de establecer un concordato. Llegaron a Veracruz el 28 de mayo y la fría recepción fue la primera decepción que afectó particularmente a la emperatriz Carlota. El gobierno de Maximiliano tuvo dos etapas: bajo la influencia de Napoleón (junio de 1864-febrero de 1866); de transición (febrero a noviembre de 1866-mayo de 1867), en el que tuvieron gran influencia los conservadores.

 

Maximiliano pronto mostró sus ideas, consideradas liberales en exceso por muchos conservadores. Vivía la mayor parte del año en Chapultepec y despachaba con sus ministros en palacio. Hacía viajes frecuentes a Cuernavaca y residía en los jardines de Borda y en Acapatzingo. Bajo la fuerza de las tropas francesas a las que se unió gran número de imperiales mexicanos, la mayor parte del territorio mexicano llegó a estar dominado por el Imperio, que pareció consolidarse.

 

Sin embargo las guerrillas republicanas combatían en buena parte del país. La política financiera, ya minada por los compromisos adquiridos con Francia, fue desastrosa. Entre los actos de su gobierno se deben mencionar: un decreto concediendo libertad de imprenta, decreto sobre nacionalización de bienes eclesiásticos –en el que no se contradecía básicamente la política liberal–, ley de tolerancia de cultos, presentación de un proyecto de concordato que no fue aceptado por el Papa.

Maximiliano chocó con Bazaine y las tropas francesas se retiraron antes de lo pactado. Carlota salió de México el 13 de julio de 1866 para solicitar ayuda, sin obtenerla, en Roma y Francia. En octubre de ese año, ya con el ejército francés en retirada, los republicanos fueron tomando las principales plazas, quedando reducido el Imperio a México, Veracruz, Puebla y Querétaro.

 

El fundamento de su legislación liberal fue una ley del 16 de junio de 1863, donde se estableció una Asamblea de Notables, seguida de unas bases para el gobierno del nuevo imperio del 11 de agosto del mismo año. Entre los aciertos de esta legislación, derivadas del Estatuto, estuvieron la ley de organización de los ministerios, la ley orgánica que dividió el territorio en departamentos para su mejor administración y gobierno, la que creó el Periódico Oficial, la que reguló  la  policía general del Imperio, la ley electoral de los ayuntamientos, la ley de garantías individuales, el decreto de libertad de trabajo, favorecedor de los indígenas que trabajaban como peones al declararlos “libres” y al proponer la extinción de las deudas que tenían contraídas con sus amos, así como al declarar que quedaban abolidas en las haciendas los castigos de prisión, cepo, latigazos y en general todos las sanciones corporales. También las normas sobre la forma de promulgar las leyes y las de organización del cuerpo diplomático y consular, la del notariado, la ley sobre lo contencioso administrativo y su reglamento, las leyes sobre administración de justicia y organización de los tribunales y juzgados del imperio, la  del Tribunal de Cuentas, la del  establecimiento del Banco de México como banco emisor, y la ley y el reglamento sobre inmigración.

En el ámbito de la cultura creó la Academia Imperial de Ciencias y Literatura, dictó una ley sobre educación pública eliminando la gratuidad de la enseñanza que fue muy criticada, y varias sobre fomento de la cultura, entre las que destaca la ley del 16 de julio de 1864 sobre la conservación de los documentos históricos. Y varias leyes y decretos en materia agraria, destacan entre ellas, la ley del 1o. de noviembre de 1865 que dirimía los conflictos entre los pueblos en materia de tierras y aguas, la ley del 26 de julio de 1866 que ordenaba que los terrenos que pertenecían a los pueblos en forma colectiva fueran adjudicados en propiedad individual a los vecinos, prefiriéndose los pobres a los ricos, los casados a los solteros y los que tenían familia a los que carecían de ella. Por esta ley, la distribución de la tierra a los campesinos sería gratuita hasta el límite de media caballería por familia y ciertos terrenos de aprovechamiento colectivo continuarían bajo un régimen de propiedad comunal. Hallamos en ella un liberalismo —la preferencia por la propiedad privada—, atemperado por consideraciones de sentido común y respeto a las tradiciones locales. Estas fueron las principales disposiciones legislativas de Maximiliano emitidas, pocas, antes del Estatuto y muchas después.

 

 

Maximiliano salió de la capital el 21 de octubre de 1866 para dirigirse a Orizaba, en donde da a conocer sus intenciones de abdicar. El 5 de febrero de 1867 evacuaron México las tropas francesas, marchando a la cabeza de sus regimientos Bazaine y Castelnau, y a los ocho días sale Maximiliano de la capital para Querétaro.

 

El sitio de la plaza quedó establecido por los republicanos el 9 de marzo y Querétaro cayó el 15 de mayo de 1867. Maximiliano fue hecho prisionero en el Cerro de las Campanas y remitido por el general Bibiano Dávalos al general Corona, quien a su vez lo presenta al general Escobedo, a quien hizo entrega de su espada. Durante la tramitación del proceso, Maximiliano dio muestras de gran serenidad, dedicándose a la lectura de Massillon, Lacordaire y César Cantú. Condenado a muerte, fue fusilado al alba del 19 de junio en el Cerro de las Campanas junto con los generales Mejía y Miramón, a quien el emperador cedió el lugar de honor en el centro.

 

El cadáver de Maximiliano fue guardado tres meses en la iglesia del Hospital de San Andrés de México, en donde se le embalsamó. Un representante de su madre, la archiduquesa Sofía, solicitó los restos, mismos que fueron entregados y remitidos por el gobierno de México, desde Veracruz, en el buque Novara, sin permitir que se realizaran honores hasta que salió de aguas mexicanas, momento en que mandó que disparasen los 101 cañonazos de rigor.

 

Fuente: Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México.
Cortesía de Editorial Porrúa Hermanos, S.A. de C.V.

viernes, 4 de octubre de 2013

Revolucion de Ayutla


La revolución de Ayutla
 
 
La muerte de Alamán, en junio de 1853, y el desmedido abuso de la arbitraria y violenta tiranía de Santa Anna, junto con la imposibilidad del gobierno conservador para resolver los graves problemas del país, provocaron el levantamiento popular de Ayutla. Juan Álvarez, el antiguo compañero de Morelos, e Ignacio Comonfort, coronel retirado y exadministrador de la aduana de Acapulco, hombre de ideas moderadas y patrocinador del Estatuto Orgánico Provisional, de 1856, encabezaron el movimiento contra la dictadura.
 
Los autores del Plan de Ayutla y sus reformas de Acapulco expresaron con toda claridad los motivos que los llevaron a la rebelión. En el documento, publicado en 1o. de marzo de 1854, se expresaron las siguientes consideraciones: Que la permanencia de don Antonio López de Santa Anna en el poder es un amago constante para las libertades públicas, puesto que con el mayor escándalo bajo su gobierno, se han hollado las garantías individuales que se respetan aún en los países menos civilizados; que los mexicanos tan celosos de su libertad, se hallan en el peligro inminente de ser subyugados por la fuerza de un poder absoluto ejercido por un hombre a quien tan generosa como deplorablemente confiaron
los destinos de la patria; que bien distante de corresponder a tan honroso llamamiento, sólo ha venido a oprimir y vejar a los pueblos, recargándolos de contribuciones onerosas, sin consideración a la pobreza general, empleándose su producto en gastos superfluos, y formar la fortuna, como en otra época, de unos cuantos favoritos; que el plan proclamado en Jalisco, y que le abrió las puertas de la República, ha sido falseado en su espíritu y objeto, contrariando el torrente de la opinión, sofocada por la arbitraria restricción de la imprenta; que ha faltado al solemne compromiso que contrajo con la nación al pisar el suelo patrio, habiendo ofrecido que olvidaría resentimientos personales, y jamás se entregaría en los brazos de ningún partido; que debiendo conservar la integridad del territorio de la República, ha vendido una parte considerable de ella (La Mesilla), sacrificando a nuestros hermanos de la frontera del Norte, que en adelante serán extranjeros en su propia patria para ser lanzados después como sucedió a En el contexto del Plan de Ayutla, resumido en nueve puntos, se mantienen, en términos generales, cuatro fundamentales resoluciones:
 
a) La supresión de la dictadura santanista. b) La instalación de un congreso extraordinario para constituir a la nación bajo la forma de una república representativa y popular. c) La derogación de la gabela impuesta a los pueblos con el nombre de capitación. d) La transformación del ejército en un instrumento del gobierno para apoyar el orden y las garantías sociales.
 
Un ligero análisis del breve documento transcrito por Carlos Crespo, el secretario de la Junta de Ayutla, echa por tierra las aparentes deficiencias que se han atribuido al plan. La generación de 1854 percibió claramente el problema que debía resolver.
 
Era indispensable aniquilar los cimientos ultraconservadores en que descansaba la política de los enemigos del progreso; reafirmar las aspiraciones orientadas a promover la transformación de las estructuras económicas y sociales prevalecientes desde la Colonia; y también constituir la nación de acuerdo con los propósitos declarados durante el período de la insurgencia. La unidad de la doctrina liberal mexicana halló limpia expresión en la proclamación de los hombres de Ayutla, al invocar, como base del plan, los mismos derechos que usaron los padres de la patria para conquistar la libertad.
 
Las reformas de Acapulco, de 11 de marzo del mismo año (1854), agregaron a las consideraciones un deliberado reconocimiento de la doctrina liberal. En este segundo documento se afirma “que las instituciones liberales son las únicas que convienen al país, con exclusión absoluta cualesquiera otras; y que se encuentran en inminente riesgo de perderse bajo la actual administración, cuyas tendencias al establecimiento de una monarquía ridícula y contraria a nuestro carácter y costumbres, se han dado a conocer ya de una manera clara y terminante con la creación de órdenes, tratamientos y privilegios y abiertamente opuestos a la igualdad republicana”. En los puntos octavo y décimo se amplía la fe republicana y democrática de los revolucionarios de Ayutla: por el octavo se derogaron los efectos de las leyes vigentes que pugnaban contra el sistema republicano, y por el décimo se apuntaló la presencia de la soberanía al admitirse que “si la mayoría de la nación juzgare conveniente que se hagan algunas modificaciones a este plan, los que suscriben protestan acatar en todo tiempo su voluntad soberana”.
 
Fue unánime el apoyo del pueblo al llamado de Ayutla. La respuesta significó,...
...cual ninguna otra en México, un verdadero levantamiento popular... Los oprimidos,
los tiranizados por la larga dominación de los privilegiados y los conservadores, estaban sedientos de sacudir aquel yugo de tantos años, y cuando el extremo de la opresión hizo saltar en el sur la revolución, todos esos oprimidos, todos esos tiranizados la secundaron de un modo espontáneo por un movimiento irresistible hacia la libertad, innato en el hombre: y tanto fue así que muchos pueblos de los que más se apresuraron a pronunciarse, no conocían, bien a bien, el Plan de Ayutla, y le seguían sólo porque se les decía que era un plan liberal.26
El peso específico del liberalismo era definitivo; pero también los atributos propios de la rebelión de Juan Álvarez y sus partidarios, que ofrecieron al país un auténtico renacimiento nacional. Esas características las reseñó Ignacio Burgoa en términos muy precisos. El Plan de Ayutla, dijo Burgoa, propendió a derrocar violentamente la dictadura santanista, tuvo como propósito establecer la “igualdad republicana” mediante la abolición de “órdenes, tratamientos y privilegios” abiertamente opuestos a ella, pugnó por la organización “estable y duradera” del país mediante un orden constitucional republicano, representativo, popular y respetuoso de las garantías individuales, e hizo surgir con perfiles ideológicos perfectamente marcados al partido liberal que sostuvo con las armas la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma.
 
 
Los hechos se sucedieron rápidamente. Santa Anna tomó posesión de la Presidencia en 20 de abril de 1853 y dejó el poder en 9 de agosto de 1855; el 4 de octubre del mismo año, después de los reajustes discutidos en la reunión de Cuernavaca, fue nombrado presidente interino de la República el general Juan Álvarez, el modesto caudillo del Sur. Unos meses después, por razones muy conocidas y con base en las facultades que le otorgaba el Plan de Ayutla, Álvarez renunció a la Presidencia y designó como sustituto al general Ignacio Comonfort, quien tomó posesión en 11 de diciembre de 1855.